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City Hall Station: la estación de metro olvidada de Nueva York

City Hall Station: la estación de metro olvidada de Nueva York

Donde Manhattan y Brooklyn se hallan, no lejos de Broadway, es el Ayuntamiento: el municipio más viejo de los USA de América. Mas las cosas se ponen particularmente interesantes bajo City Hall Square, donde miles y miles de neoyorkinos pasean todos y cada uno de los días: en las profundidades del subsuelo se halla una de las joyas segregas más preciosas de la Gran Manzana: la descuidada City Hall Station.

La imponente estación se distingue más que meridianamente del resto de las paradas de las líneas del metro de la ciudad de Nueva York, que son conocidas por su sofisticación de alto grado. No se ve nada del óxido, el metal sin ornamentos y los graffitis que de otra forma estarían omnipresentes en la estación del Municipio: en cambio, hay enormes candelabros, contrafuertes de piedra y accesorios de cobre.

No es casualidad que cuando miras la estación del Ayuntamiento recuerdas la arquitectura española: el arquitecto técnico que diseñó la estación fue el catalán Rafael Guastavino. Hizo renombrado el estilo arquitectónico histórico y sagrado de su tierra natal en todo USA. La edificación más renombrado de Guastavino es la impresionante Grand Central Station, uno de los jalones de Nueva York. El propósito de Guastavino era traer una estética que de otra forma solo estaría reservada para la clase alta y la elite, entre la gente y en la arquitectura rutinaria.

El mascarón de proa del metro de Nueva York

La estación City Hall se transformaría en la plataforma del desfile y el navío insignia del metro de la ciudad de Nueva York. En verdad, hubo tantos neoyorkinos en la liturgia de apertura en mil novecientos cuatro que la estación debió estar observada por la policía las veinticuatro horas. El curador, que había organizado una exposición en el Museo de Tránsito de la ciudad de Nueva York sobre las edificaciones de Guastavino, afirmó a la transmisora ​​estadounidense CBS en una entrevista que la estación se llamaba la «Mona Llana» del metro en ese instante. Como estación de partida de la llamada línea primordial de Manhattan, la estación debería representar la situación emergente de Nueva York en los EE. UU.

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Mas aun en la superpoblada N. York de esa temporada, absolutamente nadie aguardaba cuántos inmigrantes y peregrinos de Europa serían atraídos a la metrópoli de la costa este: al tiempo que en torno a tres con cinco millones de personas vivían en la ciudad de Nueva York en torno a mil novecientos, conforme datos del Migration Policy Institute en mil novecientos veinte ya más de cinco millones y en mil novecientos cuarenta más de siete millones de personas. Pronto se hizo evidente que los trenes subterráneos, y en consecuencia asimismo las estaciones de metro, debían alargarse espléndidamente para hacer en frente de las crecientes masas de personas en el transporte local. Debido a la construcción curva y elaborada de la estación de ferrocarril del Municipio, de forma rápida quedó claro que el metro, de todas y cada una de las cosas, no podía extenderse. En consecuencia, se decidió dejar absolutamente fuera de servicio la estación.

Cerrado por amenaza de terrorismo

En mil novecientos cuarenta y cinco se cerraron las entradas a la estación City Hall. Desde ese momento se ha vuelto sigiloso en torno a la estación. Muchos neoyorkinos ni tan siquiera conocen su existencia. La estación más esencial en las proximidades es la estación Brooklyn Bridge, la última parada de la frecuentada línea seis. Si sencillamente continúa en el metro tras esta estación en el camino a la estación de partida, va a pasar por la solitaria estación del Municipio. Esta es una de las 2 formas de ver la estación City Hall: la otra es el Museo de Tránsito de la ciudad de Nueva York ya antes mencionado: a fines de la década de mil novecientos noventa, el Museo del Transporte planificó establecer la estación como una sucursal externa del museo. Mas entonces vinieron los ataques terroristas en Nairobi y Dar es Salaam en mil novecientos noventa y ocho.

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Debido a su situación central en el distrito gubernativo, la estación del municipio se vio súbitamente como un peligro de seguridad esencial en USA, que estaba conminado por ataques, y el acceso estuvo absolutamente prohibido a lo largo de múltiples años. No obstante, desde dos mil seis existe la posibilidad de efectuar un recorrido nuevamente: mas solo si eres un miembro registrado de la Comunidad de Museos de Tránsito y reservas con tiempo preciso y pagas por esta razón. No obstante, de momento, conforme el sitio, todos y cada uno de los tours están completos. Una entrada cuesta el equivalente a unos cuarenta y cuatro euros por persona. Si deseas entrar a la Estación del Municipio, debes hacer un trabajo organizativo y llevar dinero en tus manos. A Dios gracias, aún existe la opción gratis de pasar, aun si esta alternativa solo da una ojeada a la estación de ferrocarril encantada.

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