Bosques de abedules, rocas de mármol, tundra, taiga y desierto: el territorio más extenso de Rusia también deja un lugar magnífico para el lago más antiguo del mundo, el Baikal. Buceando hasta los confines de Siberia.
Su exceso es tal que los propios rusos no saben dónde comienza y dónde termina la provincia. Más allá de la vertiente asiática de los Urales, la vasta llanura de Siberia occidental despliega interminables extensiones de abedules. Parada en Krasnoyarsk. Hay una geología espectacular allí: imagina enormes tablas de surf minerales plantadas en el bosque. En el billete de diez rublos está estampada la presa hidroeléctrica, del tamaño del río Yeniséi. En Novosibirsk, que debe su existencia al ferrocarril, la estación es el monumento principal. En Siberia central, los abedules dan paso a las coníferas de taiga. Pensamos en las hordas tártaras, en las sombras del gulag. Pero las coloridas isbas aportan elegancia y disipan la melancolía hasta Irkutsk, capital del este de Siberia, antigua ciudad de aventureros y exiliados.
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“Choudodié Baïkal”, ¡Baikal milagroso! Para los rusos, su futuro pasa por convertirse en un mar. Esta grieta, de 630 kilómetros de largo y 60 kilómetros de ancho, el lago más antiguo y profundo del mundo, representa por sí solo el 20% del volumen de agua dulce del planeta. En la lonja de pescado de Listvianka se puede degustar el omul ahumado, un salmónido muy presente en el lago, que también alimenta a los esturiones y a la rolliza foca siberiana. Un poco más arriba, el estrecho del Pequeño Mar separa la isla de Olkhon del continente. Cuando hace buen tiempo, los siberianos nadan en las calas, desembarcan en las islas y pescan lucios. En invierno, las aguas transparentes cristalizan en caminos efímeros, revelando su intenso azul bajo la gruesa capa de hielo. Fuertes relieves, bancos de arena, rocas de mármol, taiga, desierto: Olkhon fascina. Nos encontramos aquí en una de las islas lacustres más grandes del planeta, la meca del chamanismo siberiano. Según los buriatos, los espíritus se habrían instalado allí y el cuerpo de Genghis Khan sería enterrado allí.
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En el noreste de Siberia, Yakutia encarna la Siberia de la imaginación, la de las temperaturas extremas, que se extiende hasta el Lejano Oriente ruso. En Yakutsk, el dinamismo moderno contrasta con la simplicidad de la vida nómada, la de los pastores de caballos y renos, marcada por los rebaños y las estaciones.
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